Historia


Pedro Berruguete, un innovador en la transición del gótico al renacimiento en la pintura española, fue un artista cuya vida y obra aún fascinan a los historiadores del arte. Nacido aproximadamente en 1450 en Castilla, su formación artística sigue envuelta en el misterio, aunque se cree que pudo haber estudiado con Fernando Gallego en Salamanca antes de partir hacia Italia.

Su presunto viaje a Italia es un punto de debate entre los estudiosos. Se le vincula con trabajos bajo el mecenazgo del duque de Urbino, Federico de Montefeltro, donde habría tenido la oportunidad de codearse con los maestros del Quattrocento. Aunque se especula sobre su influencia renacentista, su estilo conservó rasgos góticos incluso después de su supuesta estancia en Italia.

De regreso en Castilla hacia 1483, Berruguete se estableció como un destacado pintor, especialmente apreciado por el estamento eclesiástico. Su habilidad para representar figuras religiosas en retablos y pinturas atrajo la atención de clientes importantes, incluyendo la posibilidad de trabajar para la realeza, como sugiere su presunto encargo del San Juan Evangelista en Patmos para Isabel la Católica.

Aunque su estilo mostraba algunos elementos renacentistas, como la experimentación con la perspectiva y la anatomía, las influencias góticas seguían siendo evidentes en la sobriedad de sus figuras y la composición de sus obras.

Por otro lado, Alonso Berruguete, hijo de Pedro, nació alrededor de 1490 en Paredes de Nava y siguió los pasos artísticos de su padre, aunque se destacó en el campo de la escultura. Su viaje a Italia, iniciado alrededor de 1507, amplió sus horizontes artísticos de manera significativa.

En Florencia, Alonso se sumergió en el mundo del manierismo, influenciado por gigantes del Renacimiento como Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Su estilo único, marcado por figuras angulosas y expresivas, reflejaba una síntesis extraordinaria de las influencias italianas y la estética gótica tardía. Su meticulosa atención a la anatomía humana y la expresión emocional lo convirtieron en un maestro de la escultura renacentista española.

A lo largo de su carrera, Alonso recibió encargos de gran importancia en toda España, dejando su huella en obras monumentales como el retablo mayor de la Capilla Real de Granada y la sillería del coro de la catedral de Toledo. Su legado perdura a través de una amplia gama de seguidores y discípulos, quienes difundieron su estilo por toda la península ibérica, consolidando su posición como uno de los escultores más influyentes de su tiempo.